Con respecto a hace
un par de siglos, la situación de la mujer en España ha tenido una cierta
evolución, pero nos queda un largo camino hasta llegar a una equidad total y
real.
En muchas partes del mundo, aún, la
mujer sigue estando discriminada por el simple hecho de ser mujer. No sólo no
le es posible acceder a la educación, sino que muchas veces le están vetados
sus derechos más básicos, como puede ser la atención médica. Pensar en una
igualdad de oportunidades para acceder al mercado laboral o en la jerarquía
social es en muchos países algo impensable si se refiere a las mujeres. Ni
siquiera cuando se redactó la Declaración Universal de los Derechos Humanos
(ONU, 1948), se cayó en la cuenta de que estos Derechos eran también de las
mujeres, y no fue hasta 1993, en la Conferencia de Viena, cuando la ONU recordó
al mundo que eran derechos de todas las personas, hombres y mujeres.
La indigencia, la pobreza, el
analfabetismo, la enfermedad, la violencia de género, el desequilibrio social,
la marginación, la discriminación infantil tienen, todavía en 2013, cara de
mujer. Los Objetivos del Milenio, que pretendían ayudar a los más pobres del
mundo en y desde sus respectivos contextos, no se han cumplido aún porque la
mitad de la población mundial, 3.500 millones de personas, son mujeres. Hacer
llegar la equidad a través de la educación a todo este colectivo, pasa por que
los otros 3.500 millones de hombres lo acepten. Y eso está, lamentablemente,
muy lejos de conseguirse.
Sin embargo, no debemos perder la
esperanza. La Educación Para Todos, la Educación en equidad, la Coeducación, no
es una utopía imposible de conseguir. Es que llevamos muy poco tiempo en esta
andadura, y nos quedan aún muchos años y muchos objetivos que alcanzar.
Trabajando juntos, hombres y mujeres, desde la Educación, lo conseguiremos.