sábado, 12 de noviembre de 2011

Finlandia: un paraiso para la Educación



El otro día, en la sesión de chat sobre la asignatura “Comunicación y Educación”, una compañera sugirió como modelo educativo a aplicar en España, el sistema Finlandés.

Yo no lo conocía, así que busqué en Internet sobre este tema y, de entre la mucha información que había, seleccioné el documento cuya dirección adjunto.

Es un estudio de Paul Robert,
Director del Colegio Nelson Mandela, de Clarensac, Gard, Francia
Con traducción de Manuel Valdivia Rodríguez.


Francamente creo que, aunque actualmente en España estemos a años-luz de este modelo educativo que parece sacado de un país imaginario, es un magnífico ejemplo a seguir.

Y aunque no podamos aplicar (aún) a pie juntillas los cánones educativos de este frío país, porque la idiosincrasia española es totalmente distinta de la forma de ser de los finlandeses, así como es completamente diferente de la manera de ser de americanos, chinos o georgianos, y nuestros queridos políticos no son, ni mucho menos, los políticos de allí, sí que podríamos poner en práctica, al menos, algunas de las ideas.

Una de las primeras, a mi parecer, es construir una buena base, y eso solo se puede hacer desde el interior de cada uno. 
Mejorar nosotros como personas es algo fundamental para cambiar la sociedad. 
No sólo “alfabetizarnos” digitalmente, que también es importante, sino educarnos emocionalmente.

Elsa Punset, hija del divulgador Eduardo Punset, propone en su primer ensayo, 'Brújula para navegantes emocionales', un nuevo modelo educativo basado en la gestión emocional, 'la gran revolución educativa que se nos viene encima'.
Punset, que estudió Filosofía en Oxford, se ha mostrado convencida de la necesidad de implantar una nueva educación en la que la competencia emocional tenga mayor peso para afrontar los retos de los próximos años.

Y de esto los finlandeses parecen saber mucho. La figura del profesor en este pais es la mejor reconocida del mundo. Como comentó una vez un prestigioso diplomático finlandés, al que le preguntaron durante una cena cómo había llegado a ejercer su profesión, contestaba: “Quería ser maestro, pero no logré superar los exámenes de entrada y terminé siendo diplomático.”

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